Transcurría mi día con normalidad. Había tenido un
día exhaustivo, primero clase de posgrado, luego Teoría Pedagógica. Me dirigía
a comer y esperaba llegar pronto. Mis acompañantes no pensaron que hubiera
pasado algo, yo igual. No pasaron por mi cabeza posibles secuelas y el dolor no
era insoportable… hasta que lo fue. Sentí el frío del hielo que me coloqué esperando
reducir la inflamación hasta que se durmió la zona. El día siguiente transcurrió
con poco movimiento y hielo cada hora. Pero mi pie no cedió y tuve mi primera
vez.
Mi primera vez siendo inmovilizada por el yeso. No
puedo relatar el dolor que sentí cuando acomodaron mi pie para que se formara
correctamente la férula. No lo había sentido, ni lo quiero volver a sentir. Me
molesta no ser autosuficiente, de ver que todo se mueve alrededor y uno sólo
puede seguir con la vista. Las muletas ayudarán a moverme yo sola, pero ¡cuesta
una infinidad de trabajo!
Di un mal paso y me puse un ‘estate quieta’, quizá
lo necesitaba, un poco de descanso y consentimiento. A divertirme estando en
reposo.