viernes, 31 de diciembre de 2010

Balance 2010

Acostumbrada a los balances e informes cualitativos –aunque ajenos– de lo hecho o imaginadamente realizado, es momento de hacer algo que dé cuenta de lo que pasó en el año que justo hoy han decidido que termina (por lo menos aquí parece quedar claro el tiempo contemplado y lo mejor, sin formato).

El 2010 se caracterizó por el cierre de ciclos y decisiones importantes. Lo que me implicó de lleno en el primer tercio del año fue mi titulación. Haber logrado obtener por fin el papel que indica el término de una forma de vida que se había prolongado desde la niñez entre las aulas, las butacas y los maestros. ¡Vida que decidí continuar! cosa que aún hoy me sigue pareciendo arriesgado, emocionante y necesario. El segundo tercio del año recuerdo como lo más significativo el festejo de mi cumpleaños, algo extraño a decir de los tantos y tantos que habían sido olvidados, el inicio de una aventura que no sé a dónde me llevará pero en la que he aprendido a hablar y, finalmente, la vuelta de tuerca (para algunos traición, para otros formación y para otros ver la luz). El último tercio bastante gratificante, reconocimientos de antaño, retribuciones y contribuciones, un viaje inolvidable y sueños cumplidos. Entre todo esto, conciertos inolvidables y canciones que me acompañarán muchos años más.

Pero el 2010 viví entre libros (o así quiero recordarlo). Los forzosos, de una y otra clase, los de buró disfrutables, los regalados, los leídos entre líneas cargados de tedio, los esperados… Los convertidos en películas constantes que parecen decirme más de lo que veo y siento a diario. Ellos han exigido un cambio en mi vida, tener que escapar de la realidad para sumergirme en otra que me ha llevado a senderos extraños o familiares, o mejor dicho, extrañamente familiares. Además, los cambios de espacio han sido necesarios, los libreros ya no se dan a basto, atiborrados de ideas parecen pesar aún más. Los teclados también hablan del 2010. Fueron necesarios por lo menos 3, cada uno recibió las caricias que hubiera querido dar. Asimismo el monitor fue la pantalla a través de la que el mundo se hacía visible gran parte del tiempo, error que para el próximo año tendrá que ser resarcido. Pero no por ello dejé de disfrutar de muchísimas cosas que sólo creen hacerlo aquellos a quienes fingidamente no les importa lo académico (lo siento por mi familia).

Así el 2010 fue de nuevos escenarios, colegas, compañeros, y amigos y el refrendo de compromisos de amistad, amor, cariño, estima. No puedo dejar de lado que el trayecto no fue en soledad, mencionar a cada uno de los partícipes de este año sería reconocer a aquellos que formaron parte, incluso por segundos, de cada una de las travesías y caminos andados. Para evitar omisiones diré gracias a quienes se sientan aludidos con esto. Mención aparte merece mi cómplice, sí, ya lo conocen, mi inseparable JRN. Un año más que pasamos juntos a lo largo de un proyecto de vida que se va trazando por sí sólo, sin prisas.

Este balance no tiene fin, pues tendría que ser acompañado del plan para el próximo año so pena de que lo regresen por estar incompleto y con ello se juegue mi recontratación en la vida del 2011…

Con propósitos abiertos, esperando pase la noche vieja.

ICA

domingo, 5 de diciembre de 2010

Mazatlán

Las cosas de la maleta venían vacías, ahora tienen consistencia. Había esperado tanto, y ahora empieza el regreso. No es un retorno, pues no soy la misma. Todo ha cambiado… Pasé días fuera de casa, logré estar ahí. Amigos conocidos de antaño, algunos nuevos que al paso se ganaron risas. Un amor que festejó por encontrarse. Todos en el inmenso clamor del mar.

Llevo la espalda cargada de sueños cumplidos y logros alcanzados.

Mis manos ahora sostienen proyectos nuevos surgidos a mitad de la noche. ¡Pasará! Aguardaré el momento con la misma esperanza y amor con la que dije sí.

Para quien me hace vivir sueños.

ICA

sábado, 6 de noviembre de 2010

Devenir

Me ahoga el tiempo. Vivo sobre plazos y cada día se cumple uno. Trabajos, tareas, ponencias, lecturas, exámenes, reuniones, eventos, clases y más… siempre con un horario o fecha límite. Lo mejor es que el tiempo aparece en escena no sólo para guiarme, sino que se vuelve motivo de reflexión. Ha sido tema recurrente en clases, ¡sí!, ya muchos han hablado de él y la forma en que se incorpora a lo real. Si es lineal, circular o quién sabe qué sea. El culpable o mejor dicho el que nos hace humanos (y yo que siento perder mi humanidad por él). Incomprensible a quién se le ocurrió medir el tiempo y más cómo llegaron a que debemos dormir ocho horas (¡imposible! si de lo que se trata es cumplir con el horario).Por cierto, no encuentro ningún beneficio en el cambio de horario, mi día sigue teniendo 24 horas laborables y con más luz solar o sin ella hay que hacer lo mismo.

En estos días mi agenda se ha saturado, no es la única, pero me recuerda que cada año (el gran plazo de 365 días que parece nadie cuestionar) insisto en comprar una de tamaño bolsillo para pensar que así de pequeño es el guión que debo seguir, pero se llena tanto que termina invirtiéndose y tragándome. Pero, como dice el refrán: No hay fecha que no se cumpla, plazo que no se venza ni deuda que no se pague. Pronto acabará el semestre.

martes, 24 de agosto de 2010

Segunda semana

Me encuentro en un espacio familiar pero pisando una tierra extraña. Extrañada de mí y de lo nuevo. Había estado antes aquí, recorría los mismos caminos pero pensaba en cosas distintas. Todo dice mucho de un antes, ahora y después (conmigo o sin mí) pero que vuelve cada vez a permitirme observar (me) (te) (lo) y cuestionar (me) (te) (lo). Pasado y presente expresan algo de mí, de lo que creo o creí y de lo que me circunda. Veía rostros, ahora ni los distingo, o quizá sí, pero la rapidez los diluye, ninguno me hace detenerme. Algunos caminan al lado o comparten el aula pero se me han develado conexiones que ellos parecen no ver y si lo hacen parece no importarles ¿Quién se detendrá en pensar en cosas de “pedagogos”? Después de dos semanas parece que se muestran relaciones que se reducen o se vehiculan a través de las nociones de verdad, validez, conocimiento, razón, mito, logos… o simplemente se personalizan en los griegos ¿Y eso no tiene nada que ver con los “pedagogos”? Estoy cursando materias de primer semestre de filosofía, pero adelanto que debí haberlo hecho antes.


miércoles, 4 de agosto de 2010

Vista de cambio

A petición de cierto sujeto que no se asume como lo que es (VAM), escribo ahora sobre el proceso que pasé para cambiar de graduación. Toda la vida (bueno, desde que lo recuerdo) mi relación visual con el mundo ha estado mediada por unas gafas, el diagnóstico ha indicado hipermetropía, lo cual refiere a que mi punto de enfoque se encuentra fuera de lugar (Quizá mi enfoque siempre vaya a estarlo y no sólo el visual). El punto es que el padecimiento ha implicado cambio constante del armazón y grosor de los cristales. He pasado por lentes de pasta, con aro completo o los famosos de tres piezas, siempre buscando aquellos que queden con la forma y tamaño de la cara (aunque termina siendo inútil pues de todos modos terminas con “4 ojos”). El tránsito desde mis primeros anteojos hasta los de hoy da cuenta del progreso de la optometría, mis primeros lentes eran de vidrio de fondo de botella y ahora con la tecnología llamada “High index” son más delgados y pesan mucho menos (sí, los lentes son una carga permanente, so pena de no querer ver). Todo esto sale a cuento por que hace unos días fui a consulta con un nuevo oculista y resulta ser que el médico anterior me prescribió una graduación alterada (sin saberlo tenía un punto más sin necesitarlo). Así que me dirigí a una de esas tiendas con aparadores de cristal donde se mandan a hacer los lentes. Es todo un problema pues a pesar de que tienen diez mil modelos distintos en color, tamaño, forma, jamás he podido elegir uno con el pleno convencimiento de que me agradan ¡Nunca entienden que al probármelos no veo! Total que de todos modos elegí unos y a la semana los tenía listos… ¡Oh sorpresa! era el tiempo de acostumbrarme a ellos y que mis ojos dejaran de soportar el esfuerzo extra que les habían obligado a hacer. Como pasó o ya había sucedido antes, todo se veía más claro (los cristales estaban limpios y sin rayones lo cual nunca pasa con los que uso) pero más grande y lejos de que debería. Cerrar y abrir los ojos constantemente hasta que parecía enfocarse todo y verse de nuevo como antes fue la táctica durante todo un día completo, no obstante, sabía que tendrían que pasar algunos días para que se me olvidara por completo y volviera a la normalidad (ojo! a lo que para mi era normal). Ahora me pregunto si el cambio de lentes y tener una graduación nueva tiene que ver con un cambio en mi relación con la realidad.

sábado, 10 de julio de 2010

La mujer rota

«Una puerta cerrada, algo que acecha detrás. No se abrirá si yo no me muevo; jamás. Detener el tiempo y la vida.

Pero sé que me moveré. La puerta se abrirá lentamente y veré lo que hay detrás de la puerta. Es el porvenir. la puerta del porvenir va a abrirse. Lentamente. Implacablemente. Estoy sobre el umbral. No hay más que esta puerta y lo que acecha detrás. Tengo miedo. Y no puedo llamar a nadie en mi auxilio.

Tengo miedo.»

Simone de Beauvoir


viernes, 9 de julio de 2010

La partida

La decisión está tomada, no hay marcha atrás. He hecho ya la mochila, he vuelto a guardar aquello con lo que llegué. Hace un poco más de tres años, aún lo recuerdo a la perfección. Un recibimiento cálido, pero también hostil, y yo plagada de expectativas e ilusiones que dejaba frente al ordenador de aquel cubículo. Tenía, si bien es cierto, una vista envidiable desde ahí, era espectadora de los movimientos más sutiles que se gestaban en torno a mis intereses pero también de muchos otros a quienes sólo les llegaba el impacto.

Coincidía en pasillos y escaleras con personas a quienes aún veo o recuerdo, todos testigos de la forma en que moldeaba –lo sigo y seguiré haciendo–.

Decir que estaba ahí era una llave maestra que abría infinidad de puertas, lo que antecedía o precedía a mi nombre (según fuera el caso) era mucho más importante puesto que hablaba al parecer de lo que sabía (pero supongo debía decir más de lo que ignoraba). Más que hablar de mí era mencionar lo que otros habían logrado, algo contra lo que no se puede luchar so pena de siempre quedar en el camino.

Siempre quise permanecer ahí, todo me era familiar: los temas de conversación, los recortes, las novedades, las personas, su peculiar forma de mirar. Llegué a ser capaz de distinguir las trincheras e incluso a ubicarme detrás o delante de ellas. Sin embargo, faltaba el disparo que me hiciera caer perdiendo de una vez por todas la razón por la que mantenía de pie: la esperanza. ¿De qué? Siempre fue incierto y nunca me percate de ello.

Ya en todo ese tiempo había emprendido un cambio, la mochila sólo la cargué unos cuantos pasos, nada más. Había atravesado una puerta que me ofrecía perspectivas distintas de las cosas pero seguía siendo la misma altura de siempre. Este cambio fue decisivo en lo último de mi estancia, conocí aún más lo difícil que es estar en el lugar que ensoñaba mientras leía sobre él.

Ahora las cosas son diferentes, cargo la mochila para cambiar de escenario, me parece más pesada que al principio. En algún momento quise que el cierre se descompusiera y no poder encerrarlo todo ahí, pero funcionó y esta vez seré cuidadosa en lo que dejaré salir de mi carga. Va llena de mí, de lo que quiero y lo que no también, lo que logré mientras estuve ahí, lo que esperaba, nunca llegó y he dejado de esperar. El peso es por lo llena y vacía que me pareció al cerrarla.

Las puertas que dejé me parece quedaron entreabiertas con la seguridad de que al volver ya no será lo mismo, esas puertas conducen a muchas más que quiero recorrer aunque trataré de llegar a ellas desde una nueva.

martes, 29 de junio de 2010

¿Alguien ha visto mis intereses?

Me he encontrado frente a la necesidad de distinguir mis intereses, todos ellos por completo. No puedo ver todos con claridad, no los encuentro. ¿Se pondrían tras las faldas de alguien? ¿Se meterían bajo las sábanas? ¿Se disolverían? ¿O alguien los habrá guardado en alguna caja? Podría haber sido yo o quizá no.


Tengo algunos intereses claros, que me acompañan siempre, pero algunos otros no sé si se quedaron en alguna parte del camino, en ese caso, por más que intento regresar a recogerlos parece que no recuerdo dónde los fui tirando.

¿Por qué no tengo un autor preferido?

¿Por qué no tengo un tema de investigación predilecto?

¿Por qué no tengo una canción favorita?

¿Por qué no tengo un disco favorito?

¿Porqué no hay una obra de arte, un pintor, un músico, que me guste demasiado?

¿Por qué no tengo un libro favorito?

¿Serán vicios de–formación? ¿Será por indecisión? ¿Se deciden los gustos? ¿Por qué he dejado de decidir entonces? ¿O será que nunca he decidido?

¿Será qué en algún momento dejaron de gustarme las cosas? ¿O que dejé de decir que algo me gustaba o interesaba?

De cualquier forma, si alguien sabe de ellos, que los reporten conmigo.

René Magritte (1898-1967), La vie secrète, 1928.

jueves, 17 de junio de 2010

Claro-oscuro

"Un hombre sensato se hará la reflexión de que la vista puede ser turbada de dos maneras y por dos causas opuestas: por el paso de la luz a la obscuridad, o por el de la oscuridad a la luz; y aplicando a los ojos del alma lo que acontece a los del cuerpo, cuando la vea turbada y embarazada para distinguir ciertos objetos, en lugar de reírse sin razón de semejante perplejidad, examinará si proviene de que descienda de un estado más luminoso, o si es porque, pasando de la ignorancia a la luz, quede ofuscada por su fulgor excesivo" (Platón, La República)


La luz de gran incandescencia produce un efecto óptico que reconocemos como “deslumbramiento”, es decir, una pérdida momentánea de la vista, pero que refiere también a la obnubilación producto del encanto por alguna cosa. Este efecto, más notable cuando se sale de la oscuridad o bien se entra en ella, provoca “ilusiones”, en tanto percepciones erróneas, o bien “ceguera”, es decir, la imposibilidad total para ver.

Haber estudiado pedagogía (e intentando seguir haciéndolo) para tener una mirada sobre la educación implicó haber vuelto la cara hacia la luz. En ocasiones me encuentro deslumbrada, llena de "ilusiones", frente a mi objeto confuso, puesto que parece llegar a mí entre sombras, debido a la manipulación que otros hacen de él. La tesis que presenté como la culminación de un tramo del trayecto está llena de aproximaciones en claro-obscuro, producto del “deslumbramiento” por las reflexiones teóricas y filosóficas que se abordaban y que me dejaban ver sólo algunos destellos y negruras (mi saber e ignorancia). Hundida en la penumbra por la limitación para ver la luz de frente, no sé en qué parte de la caverna me encuentre.

Cuento ya con una deficiencia visual, hipermetropía para ser precisa, y mis ojos están corregidos por unas gafas, mismas que me protegen de ciertos resplandores y me permiten ver con claridad algunos aspectos incluso no visibles por los demás. Sí, hablo de mis lentes de graduación, pero también de aquellos que como pedagoga porto y me aclaran cosas a la vista. Protegida o no, el próximo paso corresponde a recorrer la vía que se ha planteado para acceder a la luz: la filosofía. Lo que intento no es abandonar la pedagogía, sino verla de manera distinta (lo cual no sé si será jugar entre la sombra y la luz).

Me pregunto ¿Qué sucederá al encaminarme a la luz? ¿Modificaré mis gafas? ¿Me dolerán los ojos y querré regresar a donde me encontraba? ¿Las ilusiones me engañarán? ¿Podré restablecer mi mirada? ¿Se agudizará mi visión? ¿Quedaré ciega?

A pesar de las dudas, la quiero ver, para ello he abierto la puerta.
(Cualquiera dirá: una caverna carece de puerta, pero yo la había colocado)


 


miércoles, 16 de junio de 2010

El inicio

La luz ha traspasado la puerta y me ha hecho entreabrirla. No hay más exterior, quizá nunca lo hubo.

Hoy he abierto la puerta a la realidad.