jueves, 3 de enero de 2013

Leíamos un día por deleite


Paolo y Francesa: condenados en el segundo círculo del Infierno


The Ghosts of Paolo and Francesca Appear to Dante and Virgil
Ary Scheffer

La historia de Paolo y Francesca tiene lugar en la Italia medieval. Francesca, hija de Guido da Polenta gobernante de Rávena, contrae matrimonio con Gianciotto Malatesta de Rímini en 1275, debido a cuestiones de conveniencia política y económica. Sin embargo, al momento de pedir la mano de Francesca, el padre de Gianciotto decide enviar a su otro hijo menor, Paolo, para conquistar a la bella dama, ya que éste podía cortejar fácilmente a las mujeres, mientras que Gianciotto resultaba ser muy feo, malhumorado y desagradable. Paolo y Francesca se involucraron pasional y sentimentalmente desde el primer momento. Sin embargo, Francesca aceptó casarse con Gianciotto, y no advirtió su desgracia sino hasta el momento de la primera noche con su esposo. Sin embargo, la atracción ya estaba dada entre Paolo y Francesca y no pudieron eludirla, se hicieron amantes. Gianciotto, al saber lo que sucedía entre su hermano y su esposa, tomó venganza por su propia mano, asesinándolos a ambos.
Sin duda, el que logró esbozar poéticamente la historia de estos dos amantes es Dante Alighieri. En el canto V de la Divina Comedia –uno de los pasajes más inmortalizados de la literatura occidental– Dante describe el segundo círculo del infierno, en el cual se encuentran los condenados por la lujuria (en este círculo se hallan personajes como Semíramis, Dido, Cleopatra, Elena, Aquiles y Paris). Este es el lugar destinado a nuestros amantes, como “los lujuriosos condenados, que la razón someten al deseo”. Ahí, las almas vagan y jamás se encuentran en reposo, un aire los lleva de un lugar a otro sin descanso alguno. Pero Paolo y Francesca tienen una condición adicional: tienen que estar por siempre juntos. En palabras de Francesca: “Amor, que a todo amado a amar le obliga, / prendió por éste en mí pasión tan fuerte / que, como ves, aún no me abandona. / El amor nos condujo a morir juntos, /y a aquel que nos mató Caína espera.”Almas condenadas dulcemente a estar juntas, a padecer el sublime martirio de recorrer la eternidad juntos, en el éxtasis de la lujuria y el deseo que los consume. ¿Fue una venganza la que cobró su vida o la justicia la que les permitió estar reunidos por siempre?
En el siguiente pasaje, Dante le pide a Francesa que narre su historia:

Después me volví a ellos y les dije,
y comencé: «Francesca, tus pesares
llorar me hacen de triste y compasivo;

dime, en la edad de los dulces suspiros
¿cómo o por qué el Amor os concedió
que conocieses tan turbios deseos?»

Y repuso: «Ningún dolor más grande
que el de acordarse del tiempo dichoso
en la desgracia; y tu guía lo sabe.

Mas si saber la primera raíz
de nuestro amor deseas de tal modo,
hablaré como aquel que llora y habla:

Leíamos un día por deleite,
cómo hería el amor a Lanzerote;
solos los dos y sin recelo alguno.

Muchas veces los ojos suspendieron
la lectura, y el rostro emblanquecía,
pero tan sólo nos venció un pasaje.

Al leer que la risa deseada
era besada por tan gran amante,
éste, que de mí nunca ha de apartarse,

la boca me besó, todo él temblando
Galeotto fue el libro y quien lo hizo;
no seguimos leyendo ese día.»

Y mientras un espíritu así hablaba,
lloraba el otro, tal que de piedad
desfallecí como si me muriese;
y caí como un cuerpo muerto cae.


El deseo que despierta la lectura, en nuestros tiempos aumentado por imágenes, sonidos y sabores, es una forma de erotismo que conduce a las más sublimes expresiones de amor pasional. Explorar todas las dimensiones de las más variadas pasiones eróticas, para reconocer los recónditos lugares en que se hace presente la envidia de no estar condenados a estar juntos, como Paolo y Francesca, sino a través del cuerpo, el deseo y el amor es nuestro cometido. 

ICA
&
JRN

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