A
nadie le ha de extrañar que ya no escriba. Así he sido. Totalmente inconstante,
imprecisa. No hay fecha en que me decida a escribir. No hay lectores frecuentes
de este blog así como no hay qué leer de nuevo que mantenga a la expectativa. O
quizá sí, eso es lo característico. Nunca saben cuándo aparecerán nuevas letras
blancas sobre fondo negro. Probablemente esto no sea más que el reflejo de una
ególatra que ha decidido guardarse tantas cosas que piensa –y no, no presumo.
He dicho más de lo que he escrito últimamente. Igual también lo he maquinado
desde el rincón inaudito que es mi cabeza y que no encuentra su punto de
conexión con la realidad más que esta puerta de la que hoy sólo opté por la
mirilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario